jueves, 29 de julio de 2010

Consejitos para papás (1)

25 maneras de amar a un niño



Préstele atención.
Búsquelo.
Escúchelo.
Juegue con él.
Sea espontáneo.
Tómelo de las manos.
Haláguelo más, critíquelo menos.
Maravíllese de sus logros.
Agradézcale.
Sea flexible.
Confíe en él.
Mírelo a los ojos.
Comparta su entusiasmo.
Anímelo.
Espere lo mejor de él, mas no la perfección.
Sea consistente.
Esté a su disposición.
Disciplínelo en su momento.
Aprecie sus diferencias.
Conteste sus preguntas.
Crea en él.
Pida su opinión.
Escuche su música.
Pídale disculpas cuando usted se equivoca.
¡¡Ámelo a pesar de todo!!!


¿Qué le enseñarías a tus hijos para el nuevo milenio?

Que aprendan que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quien tienen en sus vidas. 
Que aprendan que no es bueno compararse con los demás porque siempre habrá  alguien mejor o peor que ellos.
Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame, lo que pueden  hacer es  dejarse amar.
Que aprendan que "rico" no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Que aprendan que deben controlar sus actitudes o sus actitudes los controlarán.
Que aprendan que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no saben cómo demostrarlo.
Que aprendan que los grandes sueños no requieren de grandes alas sino de un tren de aterrizaje para lograrlos.
Que aprendan que no siempre es suficiente ser perdonados por otros, algunas veces deben perdonarse a sí mismos.
Que aprendan que la felicidad no es cuestión de suerte sino producto de decisiones.
Que aprendan que  dos personas pueden mirar  una misma cosa y ver algo totalmente diferente.
Que aprendan que, al retener a la fuerza a las personas que aman,  las alejan más rápidamente de ellos y, al dejarlas ir, las tienen para siempre a su lado.
Que aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos: el quererlo exige todo, el amar lo entrega todo.
Que aprendan que toma años construir la confianza y sólo segundos destruirla.



Carta de un hijo a todos los padres del mundo

*  No me dés todo lo que te pida. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar.

*  No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.

*  No des siempre órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

*  Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo; pero también si es castigo.

*  No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y sí me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.

*  No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén esa decisión.

* Déjame valerme por mí mismo. Si tu haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

* No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.

* Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice.  A veces ni yo mismo lo sé.

* Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti. Y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

* Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que porque seamos familia eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.

* No me digas que haga una cosa y tú no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

* Cuando te cuente un problema mío no me digas "No tengo tiempo para tonterías" o "eso no tiene importancia".

* Trata de comprenderme y ayudarme.
* Y quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario decírmelo.

* Abrázame, necesito sentirte mi amigo, mi compañero a toda hora. 




 
¿Qué nos hace mejores padres?

Los buenos padres no le dan a su hijo todo lo que necesita,
Le enseñan que él es capaz de conseguir lo que quiere.

Los buenos padres no buscan hacer feliz a su hijo,
Le enseñan que la felicidad depende de cada uno.

Los buenos padres no le dan oportunidades a su hijo,
Le enseñan a buscarlas, a crearlas y a aprovecharlas.

Los buenos padres no le dan a su hijo lo mejor para que sea feliz,
Le enseñan a disfrutar y a encontrar lo mejor, aún en lo más sencillo.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a los demás,
Le enseñan a superarse a sí mismo.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a decir todo lo que piensa,
Le enseñan que lo que pensamos no es la verdad absoluta y que debemos
ser cautelosos al expresar nuestras opiniones, teniendo en cuenta los
sentimientos de los demás.

Los buenos padres no le resuelven los problemas a su hijo,
Le enseñan a asumir responsabilidad y a aprender de sus errores.

Los buenos padres no le enseñan a sus hijos a evitar los fracasos,
Le muestran que el fracaso es parte del camino hacia el éxito.

Los buenos padres no convencen a su hijo de su importancia en la sociedad,
Le enseñan que sirviendo se volverá importante para ella.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a ser crítico y resentido ante las injusticias,
Le enseñan a contribuir en paz y a construir la justicia.



Los niños aprenden lo que viven

Si los niños viven con crítica
Aprenden a condenar.

Si los niños viven con hostilidad
Aprenden a vivir luchando.

Si los niños viven el ridículo
Aprenden a ser tímidos.

Si los niños viven con vergüenza
Aprenden a sentirse culpables.

Si los niños viven con tolerancia
Aprenden a ser pacientes.

Si los niños viven con estímulo
Aprenden a confiar.

Si los niños viven con alabanza
Aprenden a apreciar.

Si los niños viven con honradez
Aprenden la justicia.

Si los niños viven con seguridad
Aprenden a tener fe.

Si los niños viven con aprobación
Aprenden autoestima.

Si los niños viven con aceptación y amistad
Aprenden a hallar amor en el mundo.


Una hora de tu tiempo

-Papá ¿Cuánto ganas por hora?
El padre dirigió un gesto muy severo al niño y repuso:
-No me molestes, que estoy cansado.
 
-Pero ... papá –insistía- dime, por favor, ¿Cuánto ganas por hora?
La reacción del padre fue menos severa. Solo contestó:
Ocho pesos por hora.
 
-Papá ¿Me podrías prestar cuatro pesos?
El padre montó en cólera y le dijo:
-Vete a dormir y no me molestes.
 
Había caído la noche.
El padre había meditado lo sucedido y se sentía culpable y, queriendo descargar su conciencia dolida, se asomó al cuarto de su hijo. En voz baja preguntó al pequeño:
-         ¿ Duermes hijo mío ?
-         Dime Papá.... (contestó entre sueños).
-         Aquí tienes el dinero que me pediste (respondió el Padre).
 
El pequeño le dio las gracias y metiendo su manito bajo la almohada sacó unos billetes.
-Ahora ya completé el dinero.... tengo ocho pesos. 
 ¿ Me podrías vender una hora de tu tiempo? ...




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